Por P. Miquel Cortés Bofill s.j.
Fe y Alegría Guatemala
Han pasado varios meses desde que doce “jóvenes promesas” de Honduras, El Salvador y Guatemala iniciaron el camino de superación personal a través de becas de cooperación gracias a la solidaridad de instituciones mexicanas amigas de Centroamérica.
En este tiempo de adaptación a la realidad mexicana, de inserción en el mundo académico y de acogida en las familias mexicanas, nuestros jóvenes han tenido un abanico de experiencias que recuerdan el camino de adviento hacia la Navidad.
Estos jóvenes han dejado sus hogares, su tierra, sus amistades y se han puesto en camino para encarnarse en la oportunidad de crecimiento humano confiando en la generosidad y bondad de sus nuevas familias y nuevas amistades. Han sido acogidos en Puebla gracias a las diversas alianzas entre instituciones y a la coordinación con sus escuelas de origen.
En este tiempo de adaptación, el acompañamiento y la apertura han sido dos valores fundamentales para reafirmar la opción tomada de afrontar el futuro con una nueva esperanza. Así es la Navidad: una nueva esperanza renovada año con año en un futuro mejor. Un futuro deseado por el amor de Dios que toma partido por la condición humana. Un Dios que se humaniza en la persona de Jesús y que encuentra acogida en la familia de Nazaret.
Nuestros jóvenes promesas encarnan también el deseo de Dios de hacerse presente en las nuevas oportunidades y en la esperanza renovada de superarse académicamente y humanamente a través de las becas integrales.
En estos jóvenes centroamericanos se hace presente el compromiso firme de la solidaridad entre los pueblos y naciones. El compromiso firme de la generosidad entre las personas y la confianza plena en las posibilidades y capacidades de nuestros jóvenes.
Este año la Navidad será muy distinta a las anteriores para nuestros jóvenes promesas y sus familias. Distinta por la ausencia física y la distancia geográfica. Pero distinta también por la calidad del amor y del compromiso en el recuerdo agradecido. En esta Navidad el amor y la ternura crecerán y fortalecerán más los lazos de unidad familiar y el compromiso por seguir adelante transformando las propias vidas y la sociedad en la que vivimos.
La Navidad no entiende de fronteras ni muros. La Navidad es el puente de cariño y esperanza para transitar en la vida con la mirada de Dios en la búsqueda de la plenitud humana.
