Por Amanda Gina González Ochoa
-“Te voy a convidar, lo voy a partir en la mera mitad, le dijo Macario a la muerte cuando se disponía a comer su guajolote.
-¿No te molesta que platiquemos? trato tan poco a los hombres. Nos vemos un instante y en realidad no hay nada que decir ni da tiempo para decir nada ¿Por qué me convidaste?
-Pues la verdad al mirarte pensé que ya no me quedaba tiempo ni para darle un bocado, cuando tú te apareces ya no das tiempo de nada. Y entonces calculé que si te daba la mitad yo podría probar un bocado”.
Macario, película mexicana.
Los jóvenes centroamericanos han compartido con alegría una serie de modismos, tipos de garnachas y formas de entendimiento intercultural, que va desde la batalla entre las “pupusas” y “memelas”, hasta jugar una lotería con lugares y objetos representativos de Guatemala, El Salvador, Honduras y México, realizada por la familia de acogida de uno de los estudiantes.
Las tradiciones y el culto que guardamos los mexicanos al día de muertos les llama mucho la atención, no sólo por la influencia de películas como “Coco”, sino por convivir “codo a codo” con “La Huesuda”.
"¿Por qué el panteón se encuentra muy cerca de un hospital? ¿No les da miedo que la funeraria esté cerca de un gimnasio?” son preguntas que algunos estudiantes nos han manifestado.
Y con la finalidad de acercarlos culturalmente a esta bella tradición, propusimos un taller para intervenir Calaveras de yeso en la Universidad Cuauhtémoc por parte de los artistas gráficos Blue Monkey, quienes les explicaron cómo usar las formas y el color para iluminar sus piezas.
Cabe destacar que la mayoría de los estudiantes tendrán la oportunidad de ver el amor que le profesamos a nuestros antepasados a través de las ofrendas que realizarán en sus hogares de acogida y en sus planteles. Además de poder presenciar la convivencia familiar entre lápidas, velas y flores, que iluminan cada recuerdo que tenemos de nuestros abuelos, hermanos o gente cercana a nosotros.
¡Bienvenidos sean nuestros fieles difuntos!
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